El leñador y el dios hermes
La fábula clásica de El leñador y Hermes
Había una vez un humilde leñador que, mientras cortaba madera cerca de un río, perdió su única hacha. La herramienta resbaló de sus manos y cayó al fondo del agua. Desesperado, el leñador se sentó a la orilla y comenzó a llorar, lamentando la pérdida de lo que era su sustento.
Su pena era tan genuina y profunda que conmovió a Hermes, el mensajero de los dioses, quien se le apareció.
—¿Por qué lloras, buen hombre? —le preguntó Hermes.
—He perdido mi hacha en el río y no tengo con qué trabajar para alimentar a mi familia —respondió el leñador, entre sollozos.
Hermes, compadecido, se zambulló en las aguas. Al poco tiempo, reapareció sosteniendo un hacha de oro resplandeciente.
—¿Es esta tu hacha? —le preguntó el dios.
—No, señor —dijo el leñador con firmeza—. Mi hacha era de hierro, no de oro.
Hermes se sumergió una segunda vez. Esta vez, emergió con un hacha de plata.
—¿Es esta, acaso? —volvió a preguntar.
—Tampoco, señor. La mía era de simple hierro —contestó el leñador, sin dudar.
Finalmente, el dios se zambulló por tercera vez y regresó con el hacha de hierro original del leñador, oxidada y simple.
—¡Esa es! ¡Esa es mi hacha! —exclamó el leñador, radiante de alegría.
Conmovido por la honradez del leñador, Hermes le devolvió su hacha y, como recompensa, le regaló también las hachas de oro y de plata.
Otro leñador, que había visto la escena, se apresuró a ir al mismo río. Lanzó su propia hacha de hierro al agua y, sentándose a la orilla, comenzó a llorar de forma exagerada, esperando el mismo resultado.
Hermes apareció y, al ver la situación, se zambulló. Al salir, le mostró un hacha de oro.
—¿Es esta tu hacha? —preguntó.
—¡Sí, sí, es esa! ¡Esa es la mía! —gritó el leñador mentiroso, intentando arrebatarle el hacha de oro de las manos al dios.
Indignado por la deshonestidad del hombre, Hermes no solo se negó a darle el hacha de oro, sino que tampoco le devolvió la de hierro. El leñador codicioso se quedó sin nada.
Moraleja
La fábula enseña que la honestidad es su propia recompensa y que la codicia y la mentira siempre terminan en fracaso. La virtud de la sinceridad es más valiosa que cualquier riqueza material. ( conparte esta fabula en tus redes sociales ) audio LIBRO
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