La fabula de la liebre y la tortuga
La liebre y la tortuga
La liebre y la tortuga: Esta fábula enseña que la
perseverancia, el esfuerzo y la constancia pueden superar a la arrogancia y la
falta de disciplina.
listos para la carrera
Érase una vez, en un bosque, un conejo y una tortuga. El conejo, conocido por su velocidad, solía alardear de lo rápido que era. Por otro lado, la tortuga era lenta, pero constante en su andar.
Un día, el conejo, cansado de las burlas, retó al conejo a una carrera. El conejo, confiado en su habilidad, aceptó entre risas, pensando que ganaría sin esfuerzo.
La carrera comenzó y, tal como se esperaba, el conejo tomó la delantera. Corría a toda velocidad, dejando a la tortuga muy atrás. Después de un rato, al ver que la tortuga estaba muy lejos, el conejo decidió tomar una siesta bajo un árbol, seguro de que tendría tiempo de sobra para llegar a la meta antes que ella.
Mientras el conejo dormía plácidamente, la tortuga, con paso lento pero firme, no se detuvo en ningún momento. Continuó su camino, paso a paso, sin prisa pero sin pausa.
Cuando el conejo despertó, se dio cuenta de que el sol ya se estaba poniendo. Vio a lo lejos a la tortuga a punto de cruzar la meta. Asustado, corrió tan rápido como pudo, pero fue demasiado tarde. La tortuga ya había cruzado la línea de meta y se había convertido en la ganadora.
El conejo, a pesar de su gran velocidad, perdió la carrera por su exceso de confianza y arrogancia. La tortuga, por su parte, ganó gracias a su perseverancia y su constancia.
Moraleja
La fábula del conejo y la tortuga nos enseña que la constancia y la perseverancia son más valiosas que la velocidad y el talento. Un avance lento y constante siempre superará a la rapidez inconsistente.
La carrera comenzó y, tal como se esperaba, el conejo tomó la delantera. Corría a toda velocidad, dejando a la tortuga muy atrás. Después de un rato, al ver que la tortuga estaba muy lejos, el conejo decidió tomar una siesta bajo un árbol, seguro de que tendría tiempo de sobra para llegar a la meta antes que ella.
Mientras el conejo dormía plácidamente, la tortuga, con paso lento pero firme, no se detuvo en ningún momento. Continuó su camino, paso a paso, sin prisa pero sin pausa.
Cuando el conejo despertó, se dio cuenta de que el sol ya se estaba poniendo. Vio a lo lejos a la tortuga a punto de cruzar la meta. Asustado, corrió tan rápido como pudo, pero fue demasiado tarde. La tortuga ya había cruzado la línea de meta y se había convertido en la ganadora.
El conejo, a pesar de su gran velocidad, perdió la carrera por su exceso de confianza y arrogancia. La tortuga, por su parte, ganó gracias a su perseverancia y su constancia.
Moraleja
La fábula del conejo y la tortuga nos enseña que la constancia y la perseverancia son más valiosas que la velocidad y el talento. Un avance lento y constante siempre superará a la rapidez inconsistente.
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